Salvando Empresas
Publicado por Gabriel Velasco Ocampo en
Salvando
Empresas
03 MAYO, 2020 POR GABRIEL VELASCO OCAMPO
A pesar que durante siglos la empresa nos ha demostrado su impacto positivo en la política social, es difícil encontrar suficientes personas que reconozcan su labor en beneficio de la sociedad. Churchill decía, cómo lo he citado en blogs anteriores, “son muy pocos los que miran a la empresa como el caballo que tira del carro”. Lo cierto es que la empresa al generar empleo ha sido el mayor aliado del Estado para combatir la pobreza, el hambre y estimular el desarrollo social. Cuando uno tiene trabajo puede pagar el arriendo, el colegio de los hijos, mercar y tener acceso a la salud. Sin camello, apague y vámonos.
En Colombia ha hecho carrera el discurso que enfila baterías contra la empresa privada, eso parece ser taquillero y tener réditos políticos. Incluso los muy osados han intentado caricaturizarla como a un montón de tipos ricos que se agrupan en contra del pueblo. Nada más lejos de la verdad y de lo que significa la empresa. A la empresa hay que dejar de verla como la mala del paseo. ¿Por qué no la miramos más bien como el lugar donde se tejen los sueños de millones de colombianos? En ella se suman los sueños propios y de quienes la rodean. En ella se construye la ilusión de esos héroes conocidos como emprendedores, que a pesar de encontrarse con miles de obstáculos deciden perseguir el sueño de crear empresa propia. También sueñan en simultánea con ella miles de colaboradores y sus familias, que trabajando hombro a hombro la ayudan a crecer y al mismo tiempo van sacando adelante a su familia.
La empresa como casa común, ha sido el vehículo para conseguir los logros de colombianos de todos los estratos. En ella “Juan”, un joven de 18 años encontró en su primer trabajo como mensajero la posibilidad de cumplir su sueño de estudiar una carrera profesional. Así como “Berta”, una madre de familia que con su esfuerzo y disciplina logró sacar adelante a sus 2 hijos. Por su parte, “doña María” logró con su quehacer en una pequeña empresa textil, acceder a su propia casa. No dejemos por fuera a “Francisco”, ese joven egresado que encontró en el emprendimiento de su primo “Marcos” el trabajo de sus sueños; donde lograría no sólo aportar en la construcción de un mejor país, sino catapultar su carrera para acceder a la maestría que tanto soñaba.
La realidad es opuesta a ese imaginario macabro que muchos han buscado construir, detrás de las 1.643.849 empresas que según Confecámaras están registradas a 2019 en nuestro país. La primera gran verdad es que las empresas no son de unos pocos ricos, en Colombia los dueños del 91% de las empresas, es decir 1.500.00 de ellas, son de micro y pequeños empresarios. La segunda realidad, es que en todas esas empresas hay un grupo de colombianos soñando con un mejor futuro para ellos, sus equipos, sus familias y su país.
Hoy muchos de estos tejedores de sueños están contra la pared tras las dificultades que están sufriendo a causa de una pandemia que nadie predijo. Yo siento una responsabilidad moral con ellos. Los profesionales de la salud están en la primera línea de combate salvando vidas, pero también estoy convencido que otro grupo de colombianos debemos saltar a la primera línea de batalla, pero salvando empresas. Es nuestro deber luchar para ayudarlos, cuidarlos y protegerlos. Debemos co-construir las herramientas para superar esta pesadilla y permitir que sigan empleando a Carlos, a Neftalí, a Natalia, a Catalina, a Mary y todos aquellos que hoy ven en la empresa el camino para cumplir sus proyectos de vida.
Por décadas, la empresa ha sido el mejor aliado del Gobierno Nacional en el desarrollo de su política social, ha sido el mejor amigo en la lucha contra la pobreza, en apoyar el acceso a la salud, a las pensiones, en entregar las herramientas para la educación de tantos colombianos y en generar el crecimiento económico que permite un mayor recaudo de impuestos para hacer realidad la inversión social. Ahora debemos ser nosotros sus principales aliados. Oxigenar a las empresas es darnos vida a los colombianos.
Hoy tenemos la obligación de retribuir a nuestro aliado. Salvar a la empresa en Colombia es la mejor medida social que puede tomar el Estado, con ello garantizaremos el empleo de millones de ciudadanos, permitiendo que con sus ingresos puedan seguir llevando comida y bienestar a sus hogares. Parémosle-Bolas a las empresas y apostémosle a su rescate, solo así protegeremos los sueños de nuestros compatriotas y reactivaremos la economía del país.
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